Betania, desde su infancia, no tenía una profesión claramente definida, lo cual cree que está relacionado directamente con su signo zodiacal, ya que como acuariana, se siente atraída por diversas actividades. Hoy en día, su historia se ha vuelto viral gracias a su habilidad como costurera, pues lleva casi 6 años realizando bordados en guardapolvos. Un niño le hizo un pedido especial: bordar las Islas Malvinas en el uniforme de uno de los alumnos. Este tuit, que ha obtenido más de 63 mil “me gusta”, desencadenó una avalancha de nuevos encargos, lo que volvió a situar el orgullo argentino en el centro de la atención mediática.
Con el transcurso del tiempo, su linaje influyó en su vida y los primeros recuerdos relacionados con su profesión se remontan a su adolescencia, cuando solía ver a sus abuelas: “Una de ellas tejía, la otra cosía; las perdí a ambas cuando yo tenía 14 años, con solo un mes de diferencia entre sus fallecimientos. Fue un momento muy difícil para mí”, recuerda. A pesar de que sus abuelas ya no están físicamente presentes, ha heredado su pasión por la costura y el bordado, actividades que ahora forman parte de su vida. “Llevo tatuajes de ovillos de lana, máquinas de coser e incluso una aguja. Todo esto en honor a mis abuelas; es mi forma de mantener viva su memoria”, relata con emoción.
Una antigua máquina de coser Singer accionada con pedal fue el punto de partida para la pasión de Betania, pero fue la maternidad lo que la llevó a encontrarse a sí misma: “Cuando nació mi hijo menor hace 10 años, fue como un clic, algo que me impulsó a estudiar para ser modista, a adentrarme en el oficio y buscar mi propio camino”, explica. Actualmente, vende mascarillas bordadas para niños, lo que constituye la fusión perfecta entre su sueño de ser madre y su herencia familiar.
La pandemia y la pérdida de su trabajo la llevaron de nuevo a su primer amor: el bordado y la costura, algo que notó que faltaba en su vecindario. “Esto es lo que me permite sobrevivir en la actualidad. Me mantuvo con esperanza: comenzó como un pasatiempo, me fui equipando, estudiando, adquiriendo máquinas y, cuando me quedé sin trabajo debido a la crisis, esto me sacó adelante”, relata.
Desde que perfeccionó su habilidad como costurera, comenzó a utilizar las redes sociales para mostrar su oficio: “Manejo horarios que las mercerías no manejan. En una mercería, tienes que hacer tu pedido con una semana de anticipación, en horarios específicos, mientras que yo, al trabajar en casa, tengo la flexibilidad de adaptarme a las necesidades de las personas, como madres que llegan tarde o aquellas que quizás necesitan comprar un delantal un sábado antes de que las clases comiencen el lunes. El colegio lo solicita y ya no aceptan pedidos, pero yo puedo hacerlo en el momento”, comenta.
A través de publicaciones en redes sociales y el boca a boca en su barrio, su reputación ha crecido. Incluso algunas escuelas proporcionan su contacto directamente para que realice bordados en los uniformes. Un día, la madre de Agustín la contactó por Facebook para solicitarle que bordara las Malvinas en un guardapolvo de su hijo, en un tamaño reducido.
Cuando terminó el bordado y vio el resultado, se dio cuenta de su potencial viral: “Esto es asombroso, es increíble, debo compartirlo porque se volverá viral”. Además de ser modista, está estudiando marketing digital para poder vender a través de las redes sociales, por lo que presta mucha atención a los aspectos de venta en línea.
La madre de Agustín inicialmente no le creyó y le dijo que su hijo necesitaba un corte de pelo. Después de titubear, se puso melancólica y finalmente le reveló el motivo detrás del pedido: “Agustín quería las Malvinas porque su abuelo es veterano. Desde que nació, lleva las Malvinas consigo, las llevó durante su tiempo en el jardín y quería comenzar el primer grado con ellas”.
Después de que el tuit de Betania se volviera viral, muchas personas querían bordar las Malvinas, pero no siempre es fácil querer y poder al mismo tiempo: “A veces, no tenía suficiente stock de camisetas o sudaderas para bordar y vender; en ese momento no se me ocurrió monetizarlo, estaba contenta con lo que hacía”, dice con una sonrisa en el rostro.
El destino tenía planes más grandes para ella que solo la satisfacción de haber realizado un bordado significativo para un niño: “Comencé a recibir numerosos pedidos de personas que conocieron mi trabajo a través del bordado de las Malvinas. Era lo que quería, que la gente viera lo que hago y me conociera por eso, no necesariamente por monetizar las Malvinas”, destaca.
ntre las personas que se percataron de su trabajo estaba Trueno, quien vio su bordado en una nota y deseaba tenerlo en una remera para su presentación en el festival Lollapalooza. A pocos días de que su tuit se volviera viral, el vestuarista del artista se puso en contacto con Betania a través de su número de WhatsApp laboral. Ella aún recuerda su reacción al recibir el mensaje: “Estaba en un estado de asombro, no podía creerlo. Imagina la magnitud de la repercusión, fue realmente increíble”, relata.
Su oficio, para el cual se había preparado tanto y continúa haciéndolo día a día, la volvió a salvar en esta ocasión: “Querían que bordara en un tipo de tela con la que nunca había trabajado antes, así que fui a comprarla. Realicé muestras, les envié fotos, el vestuarista quedó encantado. Compramos remeras, le mandé en dos o tres colores y en varios talles, y terminé confeccionando alrededor de seis remeras”, detalla. “Nunca conocí a Trueno en persona, pero después de su actuación, experimenté algo realmente hermoso. Fue como un destello. Pensé: ‘Lo que Trueno está usando es mío, y además cantó el himno de Argentina con ello’. Fue una experiencia increíble”, rememora emocionada.
Así como dejó una huella en el corazón de Agustín con el bordado de su guardapolvo blanco, también formó una amistad sólida con la madre, quien realizó el pedido viral. “Hasta el día de hoy somos amigas. Además, ella está embarazada, y le bordé las Malvinas en las sabanitas de la cuna para su bebé que está por nacer. Es una fuente de alegría para mí”, expresa con satisfacción.
Si bien Betu recibió numerosos pedidos después de su tuit viral, fue después del Lollapalooza que su emprendimiento explotó como nunca antes. Comenzaron a llegar solicitudes al por mayor de todo tipo de prendas. Sin embargo, ella siempre destaca algo más: “Me gustó mucho la repercusión que esto tuvo debido a la cantidad de personas que aman las Malvinas. Es como si hubiera una nueva generación de niños interesados en este tema. Siento que nuestra generación no le dio tanta importancia a las Malvinas cuando éramos jóvenes, pero ahora es diferente, y eso es realmente hermoso”, subraya.
Ha pasado más de medio año desde el primer pedido de Agustín, pero la repercusión sigue creciendo. “Sigo recibiendo pedidos de Malvinas, incluso me han solicitado bordados para veteranos que los usarán el 2 de abril. Ha sido como un gran gesto de cariño, ¿sabes? Cuando todo el mundo te dice: ‘Qué maravilloso es tu trabajo’. Es un bálsamo para el alma”, menciona entre lágrimas. Este recorrido la ha llevado a reflexionar sobre las oportunidades de la vida: “En tiempos de crisis, los oficios son los que prevalecen. Les animo a estudiar un oficio, algo que les complemente, algo que les guste, eso los mantendrá siempre con esperanza”, destaca.
Desde entonces, valora mucho más los oficios: “Los zapateros, las costureras, los albañiles, los pintores, los electricistas, los plomeros, ninguna inteligencia artificial los reemplazará. Seguiremos necesitando de ellos. Además, existen muchos lugares maravillosos donde aprender a hacer tu propia ropa y a utilizar la imaginación. Las oportunidades están al alcance de todos, solo debemos buscarlas y aprender a reconocerlas, están ahí para todos”, concluye.